Acciones tan cotidianas como enviar un correo electrónico, comprar en tu tienda online favorita o ver una película en cualquiera de las plataformas de streaming tienen un coste medioambiental en el que normalmente no pensamos. Y es que la transmisión de datos emite CO2, pero también supone un impacto en el agua y en la tierra.
A razón de 10 gramos de carbono por cada correo electrónico enviado (por poner un ejemplo), enviar unos 2 000 correos al año supone emitir 20 kilos de dióxido de carbono. Esto representa alrededor del 5% de la cantidad de CO2 emitida por un vuelo entre Viena y Madrid.
Cuál es la huella ecológica de internet
Como norma general, cada persona ‘puede gastar’ hasta dos toneladas de dióxido de carbono para que nuestro planeta pudiese mantenerse en las mejores condiciones. Simplemente con el envío de correos, ya tendríamos un 1% de ese ‘presupuesto’ gastado.
Pero el uso de internet no se limita al envío de mails, sino que hay muchas otras aplicaciones que suponen un impacto ecológico importante. Estos problemas medioambientales se producen muy lejos de nuestras casas y centros de trabajo, allá donde se encuentran los servidores y centros de datos. Ahí, se almacena la información que hay en la red y se mueve por otros servidores.
El mantenimiento de estos servidores y sistemas de comunicación requieren del uso de la tierra y grandes cantidades de agua, además del CO2 que se emite en el proceso. Hasta ahora no habíamos prestado suficiente atención a este tema, que se hace cada vez más relevante por la cantidad de operaciones diarias que se hacen en internet.
Por ejemplo, hace nueve años nos encontramos con un dato revelador. La industria de internet producía, anualmente, la misma cantidad de dióxido de carbono que la industria de la aviación. Un 2% de las emisiones globales, lo que se traduce en más de 800 millones de toneladas.
Las previsiones indicaban que en menos de diez años se duplicarían las cifras, algo que ya se pudo observar en el último informe antes de los confinamientos. En 2020, el dióxido de carbono producido por internet alcanzaba un 3’7% de las emisiones globales.
La pandemia, con el correspondiente aumento del teletrabajo y los confinamientos, nos trajo también una caída nunca antes registrada de las emisiones de carbono por transportes. Pero, por otro lado, el entretenimiento en el hogar ha crecido y ha supuesto un impacto medioambiental muy significativo.
Como ya ha pasado anteriormente con otros sectores, la industria de internet se ha desarrollado a niveles desorbitados. Esto ha significado un aumento de los recursos necesarios para su funcionamiento, haciéndola insostenible si continúa con esta tendencia.
Todo parece indicar que el año que viene se alcanzará el 70% de la población con conectividad móvil, con una media de 3’6 dispositivos por personas conectadas a internet. Y de ellos, una de las mayores huellas de carbono que vamos a encontrar será la que nos ofrezca películas en streaming o transferencias de datos.
Según un informe de Cisco, en 2020 se veía casi un millón de minutos de contenido de vídeo por segundo. Si tienes un televisor HD con acceso a internet y ves una película de entre dos y tres horas, podrás generar tanto tráfico de datos como un día completo en una oficina.
Lo que podemos, hacer como consumidores, es tratar de buscar la máxima eficiencia en nuestros electrodomésticos y hacer un uso responsable de ellos. No somos el mayor problema, pero sí una parte importante para la solución global.
Por Alejandro Josué Ruiz Mazzeo