¿Embarazada y estresada? ¡Cuidado!

El embarazo es una etapa muy especial en la vida de cualquier mujer, pero cuando una mujer embarazada trabaja, tiene problemas económicos o de pareja, o vive cualquier otra situación extrema que le ocasione un gran estrés, está poniendo en riesgo el bienestar de su bebé.

El estrés ocasiona enfermedades en cualquier persona, baja las defensas y nos hace propensos a contraer con mayor facilidad virus e infecciones. En el embarazo, el problema se acentúa porque el cuerpo de la mujer está atravesando por muchos cambios y está más sensible.

Aunque el embarazo trae su propio estrés por la salud y el bienestar del bebé, es importante saber cuándo se nos sale de las manos y puede traer problemas serios.

Lea también: Miami-Dade entre los peores condados para el bienestar infantil

Los episodios de estrés de forma esporádica no provocan ningún daño en el bebé, pero cuando es persistente sí puede tener consecuencias dañinas.

Un reporte de VIX indica los aspectos en que la salud del bebé puede verse perjudicada:

El estrés provoca pérdida de peso en algunos casos. Incluso, puede impedir que la madre alcance el peso necesario del embarazo para que el bebé pueda formarse adecuadamente.

El estrés crónico puede impactar negativamente en los ciclos del sueño. Algunos estudios han demostrado que aquellas mujeres que sufren de trastornos crónicos de sueño tienen más posibilidades de que sus bebés sufran de estos problemas.

Las mujeres que sufren de un excesivo estrés crónico también corren el riesgo de que sus bebés sufran de problemas de comportamiento.

El estrés durante el embarazo puede poner en riesgo el desarrollo del cerebro del bebé, ya que altera sus funciones químicas y puede provocar complicaciones más adelante.

Lea también: Musicoterapia: Sonidos para superar los problemas

Es importante saber cuál es el nivel de estrés propio de cada mujer, según sea su estilo de vida y su nivel de tolerancia. Si estás embarazada y te ves sometida a una presión extrema, lo más recomendable es que consultes con tu médico de cabecera, quien te podrá indicar lo que debes hacer. También puedes probar con terapias alternativas, masajes, meditación, yoga o un simple paseo por la playa para relajarte.